miércoles, 7 de abril de 2010

Como ya le habían dicho: ¡ Estaba completamente LORCA !



Hacía muchísimo calor, no podía casi ni respirar, notaba su espalda totalmente húmeda, se había transformado en una cascada totalmente vertical. Pero no podía parar o todo su esfuerzo habría sido en vano.
Al cabo de unos minutos no sabía si el sudor de su frente era cálido o frío, sus piernas temblaban, ¡cómo dos putos flanes!. Pero estaba contenta, bueno no demasiado; el árbol de enfrente no paraba de moverse y los coches que la esquivaban parcían bailar bacalao, era una sensación similar a cuando su hermana y su prima la llevaban al parque y la obligaban a subirse a ese columpio llamado "la rueda" que no paraba de dar vueltas y más vueltas. Lo odiaba, lo odiaba con todas sus fuerzas y a esta sensación también. Ella tan solo deseaba parar, respirar y seguir, pero no podía.
Le pareció escuchar algo detrás de ella pero sabía que si giraba el cuello gastaría mucha energía, aunque ya llevaba mucho rato corriendo y quizás una distracción no le iría mal. Se giró y vió como un cachorro le seguía, alegre, saltarín, para él era un juego. La sacó una sonrisa y se sintió mucho mejor, además por fin llegaba a un pueblo, necesitaba ver que no había desaparecido la vida como se rumureaba entre su pelo. Era un pueblo con aspecto mafiosopaleto, muchos adosados cerca de la carretera, niñatos con 18 y 20 años que conducen coches que no podrán acabar de pagar nunca, mujeres que vienen de recoger a sus hijos/as del cole y visten de gala para la ocasión, todas estas imágenes giraban en espiral, como el deseo, como la angustia que le hacía estremecerse.¡Oh! una fuente se paró a beber y se desvaneció.




Agosto 2007.

jueves, 12 de noviembre de 2009

domingo, 7 de junio de 2009

Me haré roca

No voy a llorar,
me haré roca,
de esas que estallan si consiguen reventarlas,
de las que parecen duras si sólo las miran,
hieren si son usadas como arma,
y sangran arena cuando son perforadas.



Buika.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Ficción o realidad

Nunca pedí compasión, fue lo último que dijo aquella mujer de pelo blanco y mofletes sonrojados a causa del alcohol, Francisca.
Francisca fue mi vecina durante nueves meses, teníamos una relación peculiar; ella vivía en el noveno dos pisos por debajo de mi. Pero más de una vez cuando estaba en el sofá tumbada sin hacer nada o jugando a adivinar qué tipo de coche o moto era el que pasaba en ese momento por la calle...oía pasos, era ella.
De un bote me iba a la puerta, de puntillas ( no vaya ser que se vea la sombra de mis pies por debajo de la puerta) y era entonces cuando la veía con su bata verde dar dos vueltas por mi rellano y subirse en el ascensor de nuevo.
Francisca cada dos días subía se daba sus dos vueltas y volvía a bajar.
Era especial, pero especial de verdad. No esta estúpida moda de intentar ser el más estrambótico y diferente, cuando luego todo queda en muchos/as en una capa de grasa superficial medio cibernética medio simple y sin más.
Cuando volvía de entrenar la encontraba muy repeinada, pintada en exceso y con unos taconcillos brillantes de principios de S.XX, iba con Rufo un perro feo y gruñón, uno de esos de patas cortas y cuerpo rechoncho a causa de su dieta a base de sobras. Era la hora de sacarle y de paso pasearse varias veces por delante del hogar del jubilado.